CulturaLado B

Eugenio Oneguin, por Aleksandr Pushkin 27

Tatiana suspira, la carta tiembla en su mano, la pastilla rosa se seca en su ardiente

lengua, la cabecita se inclina hacia el hombro, la camisa se escurre ligeramente de su

hombro encantador. Mas ya se apaga el resplandor de la luna; allá a lo lejos, a través

de la neblina, clarea el valle; allí platea el río, aquí la flauta del pastor despierta al

pueblo. Despunta la mañana; ya hace rato que los demás se han levantado; pero a mi

Tania le tiene sin cuidado. No se fija en la aurora, está sentada con la cabeza

agachada y no aplica su sello tallado en la carta. La puerta se abre silenciosamente y

entra Filipievna con el té.

—Hija mía, es hora de levantarse. Pero ¿ya estás lista, encanto mío? ¡Anoche qué

miedo pasé! ¡Gracias a Dios, no estás enferma! No hay resto de la congoja de ayer; tu

cara está como una amapola.

—¡Ay niania, hazme un favor!

—Di, querida; ordena.

—No tengas…, ¿verdad?, sospecha alguna; pero verás… ¡Ay!, no me lo niegues.

—Entonces envía a tu nieto secretamente con esta esquela a casa de O***, a

aquél, al vecino, y dile que no pronuncie ni una sola palabra, que no me nombre.

—¿A quién, querida mía? Hoy día me he vuelto tonta; alrededor hay muchos

vecinos, y no podría nombrarlos a todos.

—¡Qué poco adivinadora eres, niania!

—Amiga mía, ya soy vieja, y mi inteligencia se vuelve más obtusa, Tania; antes

era más activa; a veces la palabra de la voluntad del Señor…

—¡Ay niania, niania! No estoy para esto. ¡Qué fatal me hace tu inteligencia! Tú

ves que el asunto trata de la carta de Onieguin.

—Bueno; el hecho es hecho; no te enfades, alma mía. Tú sabes que yo soy poco

comprensiva. ¿Por qué te has puesto de nuevo pálida?

—Te aseguro que no es nada; anda, manda a tu nieto.

Ahora cuando late su corazón; le duele como antes de una desgracia. ¿Es posible?

¿Cómo pudo suceder? «¿Por qué escribí, Dios mío?». No se atreve a mirar a su

madre; tan pronto arde, tan pronto palidece; todo el día, con la mirada fija, calla, y

por cualquier cosa llora y tiembla.