CulturaLado B

Una extraña niña

Entraba una niña de la mano de su padre a una cafetería, luego de sentarse leían la biografía de un poeta, que vivía en un pueblo portugués. En sus días libres olfateaba el aroma de los conventos y de las mujeres que lo atendían en las cafeterías. Prestaba atención a los turistas que descifraban los mapas de sus vacaciones. Caminaba hacia el cementerio, observaba las tumbas antiguas, como desenterrando filiaciones para sus poemarios. Otra de sus rutinas era curiosear por la ventana y escribía lo que le venía con inspiración. Ese día recuerdo que la niña Geraldine leía y dibujaba un paisaje con tres elementos: sol, agua y tierra. Comentaba que su dibujo era la vida y sonreía contenta. Me maravillaba la forma y el amor que tienen las niñas de observar el mundo. Era cómplice de ello.