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Sonreía por fuera, pero sufría por dentro

Hace unos días, en 7 de Junio Digital, actualizábamos la noticia de que un hombre llamado Homero se había quitado la vida en su domicilio en la colonia Satélite Sur.

Su esposa había salido a dejar a su hija más pequeña al kinder y, al regresar, encontró la trágica escena. En ese momento, Homero se sumaba a la lamentable cifra de suicidios en el estado, pero su historia va más allá.

Homero era un personaje urbano en la ciudad de Saltillo. Se maquillaba y se convertía en Tachuelita, un payasito que se subía a las combis y andaba por las calles del centro, buscando ganarse un peso a cambio de momentos de humor.

Además, en la temporada navideña, le gustaba disfrazarse de Santa Claus y también era imitador del divo de Juárez, Juan Gabriel.

Sin embargo, la depresión, agravada por problemas familiares, la muerte de un hermano con el que no pudo convivir y la falta de un trabajo estable, lo llevó a la tristeza y, finalmente, a la muerte. Hoy, su familia lamenta su partida, además de que se ha ido el hombre que, a pesar de su habilidad para hacer reír a otros, sufría en silencio. Esta tragedia evidencia que la depresión no siempre es visible, pero está presente.