La Prensa
Con tan solo 12 años, un niño que se dedica a vender conitos de leche en Monclova se acercó a Juan Leonardo Silva Villaseñor y le preguntó cómo dolería menos quitarse la vida, poner su cuerpo sobre las vías del tren, tirarse de una parte alto, ahorcándose o que pastillas le provocarían la muerte inmediatamente.
Este es uno de muchos menores de edad que se han acercado al titular del Centro de Prevención al Suicidio, ya sea para solicitar ayuda o preguntar cómo funciona la institución.
Sin embargo, el testimonio más triste que ha escuchado Juan Leonardo ha sido el de este niño y el caso más sido difícil de atender porque ahora cada que lo ve en la calle le huye para que no indague más sobre el entorno en el que vive.
“Yo siempre he pensado en eso (suicidio), hoy pienso más, en mi sufrimiento, yo quisiera estudiar, ser un niño normal, pero en mi casa son muy malos conmigo”, fue lo que el menor le dijo a Villaseñor al ver que andaba en un vehículo con logotipos para prevenir los suicidios.
Lo poco que le contó este menor es que lo obligan a salir a las calles a vender dulces sin importar que haga frío, llueva o se registren altas temperaturas.
“Yo le he ofrecido un aventón a su casa, quiero saber dónde vive, al platicar con él es como si estuviera hablando con una persona de 18 años, es muy inteligente, pero es difícil que diga quiénes son sus padres, se le nota el miedo y que ha sufrido mucho”, señaló.
“Me mandan a trabajar, me amenazan y golpean”, le expresó el pequeño quien prefirió no proporcionarle su nombre porque en su casa le iría peor.
Es común verlo por la colonia Del Rio, Hipódromo y otros sectores totalmente solo, ofreciendo sus conos para poder llevar el dinero a quienes dicen ser su familia.
Ahora Juan Leonardo Silva Villaseñor, encargado del Centro de Prevención al Suicidio, busca a este niño para evitar que termine como el menor de 11 años de la Monclova 400 que decidió poner fin a su vida ahorcándose.
