Religión

Llama obispo Hilario González a la reconciliación en Cristo

Con motivo del cuarto domingo de Cuaresma, el obispo de la Diócesis de Saltillo, Hilario González García, emitió un mensaje a la comunidad en el que le pidió ser embajadora de la reconciliación en Cristo.

“La misericordia de Dios viene a nuestro encuentro en Jesús, quien es el abrazo misericordioso de nuestro Padre Dios. Unidos a Jesús, recibimos perdón y somos reconciliados por el amor”, expresó.

“En esta cuarta semana de Cuaresma, la pedagogía de la Parábola del Padre Misericordioso nos anima a vivir un proceso de reconciliación con Dios y con los demás. Si deseamos desterrar el mal en nuestra sociedad, es preciso encontrarnos con Dios para que nuestro arrepentimiento sincero sea abrazado por el perdón compasivo de nuestro Padre, y luego, salir al encuentro de nuestros hermanos para reconciliarnos con ellos”, dijo.

“Si ponemos los medios para reconciliarnos, cosecharemos una experiencia de gozo al restaurar las relaciones de cariño con quienes nos hemos distanciado. La misericordia de Dios nos enseña que el amor es más fuerte que la ofensa”, agregó, “Dios nos aguarda pacientemente para ofrecernos su perdón y su paz por medio de Cristo, su abrazo de misericordia”.

Recuperar al que estaba muerto afectivamente, encontrar de nuevo en el amor a quien habíamos perdido por la ofensa, es un “evangelio” que necesitamos escuchar y hacer vida para madurar como familia de Dios, expuso.

“Hoy nos alegramos con Dios al sanar nuestras heridas y reactivar nuestra filiación divina. Hay que hacer fiesta y llenarnos de gozo con los hermanos que vuelven a la casa del Padre, celebrando que no es el rencor lo que triunfa, ni la envidia la que manda en nuestra comunidad.

“Todos estamos invitados al banquete de la misericordia divina y a participar de la alegría de Dios por sus hijos presentes. Hemos de quitar los obstáculos para asistir a esta fiesta: la soberbia, la envidia, el orgullo”, señaló monseñor, “aceptemos con sencillez de corazón y gozo filial que Dios Padre no quiere la muerte del pecador, ni desprecia al hijo que se arrepiente. Hagamos la prueba de tener los mismos sentimientos de nuestro Señor y veremos su bondad.

“Pablo nos recuerda que hemos sido reconciliados en Cristo y que de ahora en adelante somos embajadores de esta reconciliación”, agregó el obispo.

“Somos enviados por Cristo a prodigar su abrazo de perdón compasivo. Superemos resentimientos no confesados, vaciemos nuestro corazón del veneno del rencor, pidamos y otorguemos el perdón que hace falta para ser en verdad felices. Hagamos una fiesta para recuperar la paz y el gozo de sabernos perdonados”, solicitó.

“Demos testimonio de la compasión divina, acudamos a Dios para recibir su abrazo de misericordia y compartamos ese abrazo con el prójimo, quien es más importante que la ofensa y recuperarlo es el gozo más valioso que podemos tener”, concluyó.