*Presenta concierto acompañado por la Orquesta Filarmónica del Desierto de Coahuila.
Las puertas del Teatro de la Ciudad “Fernando Soler”, de la ciudad de Saltillo, Coahuila, se abrieron de par en par. Una extraña sensación se respiraba en el aire: por fin, luego de 15 meses, después de los estragos de la pandemia de la COVID-19, el recinto alojaría un concierto con espectadores en sus butacas.
Ataviadas en vestidos y con tacón, las damas, y con trajes -o de menos un blazer- y calzado “formal”, los caballeros, alrededor de 700 personas se dieron cita la noche del 24 de junio al inmueble, que no lució lleno debido a los protocolos de salud vigentes.

El atuendo no era para menos: estaban por presenciar el “Concierto de Gala en Homenaje al maestro Armando Manzanero y otros compositores mexicanos”, que ofrecerían el reconocido tenor Fernando de la Mora y la Orquesta Filarmónica del Desierto de Coahuila, bajo la dirección artística de Natanael Espinoza.
Hacia las 20:23 horas se proyectó un video en el que ambos dieron la bienvenida por igual a los presentes y a quienes verían esta presentación vía streaming.
Después comenzó la magia musical. Para abrir bocado, para generar altas expectativas, la OFDC interpretó con maestría el “Huapango de Moncayo”, ganándose los primeros aplausos de la noche.
Enseguida, Fernando de la Mora pisó el escenario, saludó, sonrió, y agradeció la presencia de quienes estaban ya dispuestos a escucharle cantar.
Acompañado de cerca de 70 músicos, con el tema “Mía” comenzó a gestar aquello que se convertiría en una noche romántica, inolvidable.
El tenor estaba visiblemente emocionado, como niño con juguete nuevo, y cómo no, si este concierto marcó su regreso a los escenarios, después de la pandemia.
“Todos nos enamoramos de las canciones de Armando. ¿Quién no tiene una canción de Armando en su play list?, preguntó.
Y enseguida cantó “Tú”. “Armando Manzanero la escribió para mí”, señaló el intérprete, para después dar paso a “Estás aquí”.
Una a una, algunas de las piezas más emblemáticas del cantautor yucateco, fallecido el 28 de diciembre de 2020, fueron desfilando con la ejecución magistral de la OFDC.
Fernando de la Mora canta y encanta, y reconoce de Manzanero “la inteligencia, transparencia y sencillez de sus letras”.
Temas emblemáticos del icono de la balada romántica latinoamericana fueron disfrutados por el respetable, como “No sé tú”, “Como yo te amé” (la favorita del tenor), y “Te extraño”.
Para presentar “Por debajo de la mesa”, De la Mora pregunta: “¿Qué les parece si rompemos el turrón y comienzan a cantar conmigo?”, y la natural respuesta de los presentes fue “sí”.
Y no se guarda nada. Sonríe de nuevo, interactúa con el público, le agradece, y muestra que a sus 63 años de edad está en plenitud de facultades vocales.
Paradójicamente, los dos siguientes temas tuvieron títulos contradictorios. No fue casualidad. Así lo estableció el artista para “jugar” en el escenario. Primero, de la canción “Sí”, expresó: “Esta canción me la dio Armando. No la había grabado nadie todavía. Fui el primero en grabarla”, y después vino “No”, donde Fernando de la Mora mostró de qué está hecho, alcanzando con tal fuerza unos agudos que logró estremecer a más de uno.
Tras el intermedio, la Orquesta, que tiene seis años de trayectoria, regresó para interpretar el “Danzón número 2”, de Arturo Márquez. Era el momento de “visitar” a otros autores mexicanos.
De la Mora cantó enseguida “Cuando vuelva a tu lado”, “Ya no me quieres” y “Muñequita linda”, de María Grever, así como “Mucho corazón”, de Ema Valdelamar, siempre cobijado por los sonoros aplausos de quienes conocen de boleros.
“Bésame mucho”, de Consuelo Velázquez, vino enseguida. “Después de Cielito Lindo, es la canción de México que más se escucha en el mundo”, aseguró el tenor, “hasta los Beatles la cantaron”.
Luego de ofrecer “¿Quién será?”, de Pablo Beltrán y Luis Demetrio, vino una grata y nostálgica sorpresa; en el repertorio habría cabida para uno de los más notables cantautores mexicanos de las décadas recientes: Juan Gabriel.
Fernando de la Mora presentó “Amor eterno”. Apenas lo hizo, el público exclamó un prolongado “ah”.
“¿Quién no ha perdido a un ser querido? Nadie se ha salvado”, comentó el tenor. Fue, quizá, la pieza más sentida y coreada de la noche. Su voz y la del pueblo se fundieron en una sola. El tema fue conmovedor. Evocó recuerdos. Trajo a la mente a algún ser amado y lágrimas a los ojos de unos cuantos; en la fila “J” una mujer secó sus lágrimas con un pañuelo y un tímido roce de su mano en la mejilla izquierda. Al terminar la interpretación el aplauso fue mutuo.
El cierre del espectáculo tenía que ser espectacular, casi apoteósico. Y lo fue. Con la canción “Granada”, de Agustín Lara, por igual el empuje de Natanael Espinoza para llevar a la Orquesta Filarmónica a niveles de interpretación inimaginables, y el virtuosismo de Fernando de la Mora, que no se guardó nada, que echó el resto, fueron reconocido con palmas de pie. “Olé, olé” exclama con algarabía un asistente. El éxtasis de los presentes es compartido, y piden más.
Complacientes, los artistas cierran la noche con “Júrame” (María Grever), ya bajando decibeles, como apaciguando las aguas que seguían en efervescencia.
Fue un concierto que disfrutó el director artístico, el tenor, los músicos, y desde luego las almas ahí concentradas, un espectáculo, sí, a la altura de la otrora Atenas de México.
Si ya el cantante se había echado a la bolsa al público con su interpretación, cuando mencionó “no pensé que en el norte del País hubiera ciudades bonitas hasta que pisé Saltillo. Viva Saltillo, señores”, se los echó al corazón.
Al final, De la Mora y Espinoza se funden en un abrazo, y con un apretón de manos sellan su complicidad.
Y así, cobijados por el manto de las estrellas, con la emoción a flor de piel, los asistentes regresaron a casa, a su rutina, esperando un nuevo encuentro con el arte en tiempos de pandemia.
A SABER
El concierto, que tuvo una duración de poco más de dos horas, fue presentado por la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Coahuila, en coordinación con el Grupo Alianza.