Opinión

Emotivo regreso a clases


Este día 23 de agosto del año en curso, estuve presente en la Escuela Primaria Ignacio Allende, ubicada en la colonia Bellavista, en la ciudad de Saltillo. Fue emotivo para todos los presentes, representantes de los medios de comunicación, autoridades de la Secretaría de Educación, el Gobernador, Líderes Sindicales, Presidente Municipal de Saltillo, Diputado  y sobre todo, para los aproximadamente 70 alumnos que regresaron a clases presenciales. 

Entonar como  era tradicional cada lunes, el Himno Nacional, rendir honores a la Bandera, fue especial,  muy emotivo. 
Los niños y niñas se reencontraron, sus rostros  se veían felices, no lo podían creer. Ver a sus compañeros y a sus queridos maestros y maestras les resultaba increíble, fue como si despertaran de un sueño cruel, de una terrible pesadilla. 

El momento sublime de la emoción, ese instante que desenmascaró a plenitud lo más infame de la pandemia y que puso al descubierto el terrible daño emocional que han estado viviendo los niños, fue cuando una alumna de sexto grado toma el micrófono en representación del alumnado y a medio discurso, cuya esencia era el regreso a clases presenciales , comienza a  llorar con sensible y profundo sentimiento, interrumpiendo su participación por algunos minutos. 

El silencio se hizo presente en todos los  asistentes, después, un cúmulo de  fuertes aplausos. La gente aplaudía, muchos, conteniendo las lágrimas. 

La niña, medio cobró fortaleza y pausadamente, retomó su discurso. 

Habló a nombre del alumnado de su escuela, pero pienso, que se puede considerar, que hizo uso de la palabra a nombre de todos los niños de México, o quizá, de todos los niñas y niñas del mundo, expresando con sus emociones, todo eso que no percibimos, todo ese sufrimiento que están viviendo al estar alejados de las escuelas  y  de sus maestros. 

Al verla llorar con tanto sentimiento, fue como si se escuchara un enorme grito silencioso de todos los niños y niñas, el eco de ese grito , aun parece escucharse: “ abran la puerta de casa, llévenme a la escuela…por favor!!”. 

Pudiera leer mil textos que ilustren el daño emocional sufrido por los niños y niñas por no acudir a clases presenciales., sin embargo, me basta la experiencia vivida el día de hoy, me basta haber escuchado ese grito silencioso, para comprenderlo plenamente.