Religión

El Evangelio de hoy 6 de Marzo: “El Espíritu llevó a Jesús al desierto; ahí lo tentó el demonio”

Del santo Evangelio según san Lucas: 4, 1-13

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y conducido por el mismo Espíritu, se internó en el desierto, donde permaneció durante cuarenta días y fue tentado por el demonio. No comió nada en aquellos días, y cuando se completaron, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: «Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan». Jesús le contestó: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre».
Después lo llevó el diablo a un monte elevado y en un instante le hizo ver todos los reinos de la tierra y le dijo: «A mí me ha sido entregado todo el poder y la gloria de estos reinos, y yo los doy a quien quiero. Todo esto será tuyo, si te arrodillas y me adoras». Jesús le respondió: «Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás».
Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: «Si eres el Hijo de Dios, arrójate desde aquí, porque está escrito: Los ángeles del Señor tienen órdenes de cuidarte y de sostenerte en sus manos, para que tus pies no tropiecen con las piedras». Pero Jesús le respondió: «También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios». Concluidas las tentaciones, el diablo se retiró de él, hasta que llegara la hora.

Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXIÓN

Lucas ha querido presentar la filiación divina de Jesús en la dimensión del nuevo Adán (como en la genealogía), por eso su relato de las tentaciones debe leerse en esa clave.

De ahí que su cristología no es descriptiva, sino que busca llevar a la comunidad las posibilidades de vivir una experiencia como la de Jesús. La Iglesia que escucha este relato, la comunidad, vive también bajo el Espíritu, como Jesús, y es conducida por El.

Por eso, bajo esa experiencia, los poderes del mal también quieren envolverla en una carrera ciega hacia una desobediencia radical a Dios.

En definitiva: Lucas quiere que aprendamos a ser personas libres, como Jesús, en nuestra fidelidad a Dios. Porque Dios es para el hombre, como para Jesús, el que garantiza nuestra libertad y nuestra realización.