Religión

El Evangelio de hoy 12 de Diciembre: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”

Del santo Evangelio según san Lucas: 1, 39-48

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor». Entonces dijo María: «Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava».

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXIÓN

Al celebrar a Nuestra Señora de Guadalupe el Evangelio hoy nos muestra cómo la Virgen María, enterada del embarazo de Isabel y ya en estado de buena esperanza, se pone inmediatamente en camino. Así se evidencia el dinamismo de la fe, pues lo que moviliza a María no es la incredulidad, es decir, el deseo de cerciorarse del milagro ocurrido a Isabel, sino la fe en el anuncio del ángel, la certeza de que Isabel está ya en el sexto mes de su embarazo. La mueve el amor, el deseo de servir, y también el deseo de compartir con alguien que sabrá comprender muy bien su inmensa y desbordante alegría, el gozo exultante que experimenta por la Presencia encarnada del Verbo divino en su seno.

Miremos ahora a nuestro alrededor, mirémonos a nosotros mismos… vivimos en un mundo tan agitado, hasta «estresado», nosotros mismos vivimos tantas veces apresuradamente, dejándonos llevar por miles de prisas que a diferencia de la prisa de María nos despojan tantas veces de lo esencial y nos llevan a una vida superficial. Faltando ya poco para la celebración de la Navidad, parece que falta el tiempo para todo lo que hay que preparar; esta agitación puede incluso arrebatarnos el espacio necesario para pensar, reflexionar, meditar, rezar, para llenarnos de gozo por creer en las promesas del Señor.

Hoy nos podemos preguntar: ¿Cómo convertir nuestro agitado caminar cotidiano en la prisa de María? Imitemos su prisa, esa que está llena del Señor y que se expresa en el deseo de servir a los demás.