CulturaLado B

¿Cuánta tierra necesita un hombre?, por Tolstói 16

IX
Empezaba a sentirse cansado. Estaba empapado en sudor y tenía los pies
descalzos, llenos de heridas y magulladuras; las piernas apenas le sostenían. Le
hubiera gustado descansar, pero no podía, pues no llegaría a tiempo antes del
ocaso. El sol no esperaba; no hacía más que bajar y bajar. « Ah —pensó—, ¿no
me habré equivocado y habré abarcado demasiado? ¿Y si no llego a tiempo?» .
Contempló la colina y echó un vistazo al sol: quedaba mucho para llegar al punto
de partida y el sol estaba ya cerca del horizonte.
Siguió caminando, a pesar del cansancio, apretando cada vez más el paso.
Pero por más que andaba, seguía estando lejos. Finalmente echó a correr. Arrojó
la chaqueta, las botas, la garrafa y el gorro, quedándose solo con el azadón, en el
que se apoyaba. « Ah —pensó— he sido demasiado codicioso y lo he echado
todo a perder; no lograré llegar antes de la puesta del sol» . Y ese miedo hacía
que respirara aún peor. Pajom corría, con la camisa y los pantalones pegados al
cuerpo por el sudor; tenía la boca completamente seca. El pecho se le dilataba
como el fuelle de una fragua, el corazón le latía como un martillo y no sentía ni
sus propias piernas. Aterrorizado, Pajom pensó: « Mientras no muera de
agotamiento» .
Tenía miedo de morir, pero no podía detenerse. « He corrido tanto —se dijo
— que, si me detengo ahora, dirán que soy tonto» . Siguió corriendo; cuando llegó
más cerca oyó que los bashkirios chillaban y gritaban. Al oírlos, el corazón le
latió aún más deprisa. Pajom hizo acopio de sus últimas fuerzas y siguió
corriendo, mientras el sol se acercaba al horizonte, cubierto de niebla, grande,
rojo, ensangrentado. Estaba a punto de desaparecer, pero ya no le quedaba
mucho para llegar al punto de partida. Podía ver a los hombres en la colina, que
agitaban los brazos y le animaban. Distinguía el gorro de piel de zorro en el suelo,
con el dinero encima; el jefe estaba sentado en el suelo y se sujetaba la panza
con las manos. Pajom se acordó de su sueño: « Tengo mucha tierra, pero quién
sabe si Dios me dejará vivir en ella —pensó—. Ah, estoy perdido. No llegaré a
tiempo»