CulturaLado B

Coleccionaba libros, por Javier «tigrillo» Vallejo

Érase una escritora que coleccionaba libros de Shakespeare, desde la adolescencia escribía poemas y era soñadora. Romper las hojas de los libros era pecado. Recordaba con cariño aquel libro que le había regalado su mamá porque era de su bisabuela. Después de leerlo no quedaba conforme porque el autor era un sacerdote que argumentaba que el verdadero reino de la mujer era el hogar y que en esas actividades se encontraba el deleite.

Escribía a la luz de la vela, era una especie de romanticismo que le brindaba una atmosfera vivencial. Explicaba que los mejores ensayos eran sobre personas originales y que es mejor recibir cartas que emails porque la letra de una persona es más gratificante.  “Para leer en voz alta no se necesita un escenario y tampoco haca falta ensayar, ni siquiera un público”. Acudir a librerías de viejo era algo apasionante, buscaba libros con dedicatorias. Comparaba a los escritores con platillos de comida porque cada uno tenía un sabor diferente. Su padre coleccionaba recortes de periódicos con errores ortográficos.

“¡Qué bendición es amar los libros como yo los amo -escribió a un amigo-, poder conversar con los muertos, y vivir en medio de lo irreal!”. Ex Libris, Confesiones de una lectora, por ANNE FADIMAN, consta de 180 páginas en una bella edición. En casa, Karinthya prefiere novelas de crimen y un servidor las novelas clásicas. Las historias nos hacen amar las discusiones y al igual que ella me gustan LOS LIBROS CON PAGINAS SIN CORTAR.