Una vez más llegamos a las celebraciones de Noche Buena y Navidad. Parece poco privilegio, pero ante los años y las experiencias que hemos vivido en tiempos de pandemia COVID-19, seríamos ingratos al no concientizar la fortuna qué es sentarse a la mesa en compañía de la familia.
La política, los aciertos y lamentables errores de las autoridades siguen su curso como a diario lo hacen.
Sin embargo, considero inapropiado no aprovechar estas líneas para manifestar mis deseos; total, ya habrá tiempo para hacer señalamientos.
Deseo que llegue a la celebración del nacimiento del hijo de Dios rodeado de su gente, con salud y en paz.
Que no perdamos el rumbo de lo que nos reúne, la llegada del maestro de amor más grande de nuestra era, y que recordemos el valor de lo que el dinero no puede comprar.
Buena vibra para la Noche Buena, que su mesa no tenga sillas vacías y, si desgraciadamente es así, que tenga la sabiduría de dar todo el amor a quienes sí pueden acompañarle.





