Si usted quiere mantener su calzado impecable, sin duda debe acudir a la esquina de las calles Melchor Ocampo y Padre Flores, en la zona de Saltillo, que ha albergado a los mejores boleros de la ciudad por los últimos 40 años.
Al frente y al costado de la iglesia de San Esteban se encuentran dispuestos a trabajar desde temprana hora los hoy llamados aseadores de calzado.
Acudimos a este punto con el objetivo de platicar con Don Miguel Pérez Ocampo, quien por años fue líder de la Unión de Boleros.

Lamentablemente sus compañeros de oficio nos compartieron que falleció aproximadamente hace dos años, y que su partida inundó de tristeza a quienes en algún momento se sentaron en su cajón para solicitar su servicio.
Por fortuna, Don Prisciliano López Ubario tiene todos los datos de cómo los años han hecho historia en estos callejones del primer cuadro de la ciudad, pues tiene más de 21 años trabajando aquí.
Él aprendió el oficio a su tío político desde que era un niño, y justo durante la infancia recorrió las plazas de la zona centro desempeñando lo que le aprendió a Don Manuel Irigoyen.
Las necesidades y responsabilidades de la vida lo llevaron a establecerse como ayudante de mosaiquero en la empresa Mosaicos América, pero al final decidido regresar para continuar desempeñando su oficio, pues es en esta esquina donde encuentra honradamente la forma de completar sus necesidades básicas, como comida y vestido.
Don Prisciliano comparte que el término “bolero” ya no es utilizado pues ha pasado a la historia, y que la denominación correcta ahora es “aseador de calzado”.
“Nosotros prestamos un servicio a la sociedad y nuestro trabajo se despeña con dignidad, por lo que merece respeto”, señala.
Además de la grasa y la pintura, los aseadores de calzados son captadores de un sin fin de historias, sin embargo, don Prisciliano dice ser sumamente discreto y cuidadoso, pues se limita a solamente prestar los oídos y no emitir comentario alguno acerca de los relatos de las vida que a él llegan.