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Puente Moreno, a 50 años del “trenazo”

Cuando el calendario marca 4 de octubre, en el norte de México inevitable la fecha se conecta a «el trenazo»; hoy se cumplen 50 años de este escalofriante episodio en la historia de nuestro País.

El Trenazo de Puente Moreno ocurrió un 4 de octubre de 1972. El tren de pasajeros de Ferrocarriles Nacionales de México -que también era conocido como «El Tren Peregrino»- viajaba de Real de Catorce, San Luis Potosí, hacia Saltillo, Coahuila, pero se descarriló en la pendiente del tramo Carneros, en Puente Moreno, exactamente a siete kilómetros de su destino.

En El Peregrino viajaban mil 564 personas; según las autoridades, 234 murieron.

Sin embargo, con el paso de los años, las investigaciones y sobre todo los testimonios concluyen que los datos oficiales de los heridos y muertos no coinciden, pues la magnitud del accidente fue tal que las cifras ascienden a miles y no a cientos, como la Procuraduría General de la República entonces afirmó.

Los pocos hospitales de aquel entonces en Saltillo fueron escasos e insuficientes para atender la emergencia, por lo que los lesionados fueron trasladados a Torreón, y Monterrey, Nuevo León.

Las morgues igualmente no se dieron abasto y hubo cuerpos que no pudieron reconocerse al quedar calcinados entre los fierros ardientes.

Existen dos versiones sobre el origen de una de las tragedias más grandes del País y de la comunidad católica.

La primera obedece a una combinación de circunstancias como el exceso de velocidad, pues “la mole” iba al doble del permitido; el sobrecupo de los vagones, pues se determinó que llevaban más de 120 pasajeros cuando el máximo permitido era de 80; y las malas condiciones del tren, pues debido a la sobreventa de boletos se pusieron a funcionar vagones que ya estaban en desuso y que debían ser desechados. 

La segunda es que la tripulación, al mando del maquinista Melchor Sánchez Echeverría; conductor, Jesús Rocha Sánchez; fogonero, Ignacio González García Carrizales; y garroteros, Juan Picón Alvarado y Vicente Martínez Torres (este último falleció en el accidente) estaban alcoholizados.

Todos fueron detenidos, pero años más tarde absueltos y puestos en libertad.

El tranzo es uno de los accidentes ferroviarios más graves a nivel mundial, y nunca existirán las pruebas necesarias para determinar el número real de muertos y lesionados.