Hilario González García, obispo de la Diócesis de Saltillo, emitió su mensaje semanal para la feligresía.
En esta ocasión fue tomado de Proverbios 8,22-31; Salmo 8; Romanos 5,1-5; y Juan 16,12-15.
«Dios es amor que se comunica a toda la humanidad y este amor nos hace participar de su vida divina. Dios nos invita a recibirlo en nuestro corazón y así alcanzar la santidad. Bendiciones de paz y gozo en el amor del Señor para toda la familia de Dios en la Diócesis de Saltillo. Que el amor del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo esté en ustedes”, expresó.
“La presencia del Espíritu Santo en nuestra vida de fe nos ayuda a comprender el misterio divino. Bajo su guía podemos llegar a la verdad plena sobre la naturaleza de Dios y así conocerlo y amarlo con seguridad”, agregó.
“Este conocimiento de Dios es una tarea de fe que se hace a lo largo de toda la vida. De acuerdo con nuestra madurez espiritual y según las circunstancias de nuestra vida como creyentes, vamos avanzando en este conocimiento y crecemos espiritualmente en la manera en que nos relacionamos con Dios”, señaló el prelado.
“Conocer a Dios no se agota en un solo encuentro, o en una sola experiencia espiritual. Como es una relación personal, su misterio se revela paulatinamente y al conocerlo mejor, nos sentimos invitados a seguir profundizando. Si decimos que conocemos a Dios, estamos en la disposición de seguir profundizando en este conocimiento siempre”, manifestó.
“Dios se da a conocer por medio de su Hijo, la Palabra que habita en nosotros para compartirnos el misterio del Padre. Jesucristo es la Palabra de verdad que nos abre el entendimiento y nos dispone para recibir la salvación. Jesucristo es la sabiduría eterna que acompaña al Padre en su creación y nos acompaña a nosotros para que descubramos que todo ha sido creado por el amor divino”, dio el obispo.
“El Espíritu Santo nos ayuda a elevarnos para participar en la santidad de Dios. Ser santos es nuestra vocación fundamental, y solamente bajo la acción del Espíritu podemos aspirar a dicha santidad. Ser santos no es un premio a un esfuerzo heroico de nuestra parte”, agregó, “ser santos es consagrar nuestra persona al amor de Dios que Él nos comunica, es aceptar que somos habitados por su amor y que esta presencia del Dios Trinidad nos santifica, es darnos cuenta de que creer en Dios, esperar en Él y corresponder a su amor es la vocación a la que somos llamados.
“Reconozcamos la gloria de la eterna Trinidad y adoremos la Unidad de su divina omnipotencia. Seamos fieles al amor que Dios Padre, Hijo, y Espíritu Santo nos comunica para que tengamos salvación y podamos gozar de una vida en santidad”, concluyó.

