Shanghái, China. – (Agencias) Shanghái, la ciudad más poblada de China, ha estado bajo un estricto aislamiento en un esfuerzo para controlar el brote de Covid-19 desde hace semanas. Sus 25 millones de habitantes luchan por alimentos y atención médica a sus enfermos, mientras han quedado atrapados en sus hogares. Otros se encuentran encerrados en centros de cuarentena improvisados y hospitales temporales, sin saber cuando podrán salir.
Entre los que están restringidos en su hogar, se encuentra Li Moyin, de 34 . Quien vive con sus padres, ambos de 70 años, en el distrito de Putuo en Shanghái, donde ha estado confinada desde el 27 de marzo, trabajando de traductora de tiempo parcial y tratando de asegurar los alimentos suficientes para su hogar. Ver a Shanghái, la otrora bulliciosa capital financiera, que la mayoría de los residentes creía antes que era un modelo de equilibrio entre las medidas de prevención y las actividades normales, convertirse en un pueblo fantasma es inquietante, declaró Moyin al diario The Washington Post.

Li se la pasa texteándose con su novio, que está encerrado en otro lugar de la ciudad, discutiendo si las estrictas medidas anticovid son necesarias, después de que la mayoría de los casos son pacientes sin síntomas graves. El novio de Li, que es de Wuhan donde se originó la primera pandemia, argumenta a favor de encierros rápidos y seguros.
El costo emocional del encierro comienza a pagarse. En un video ampliamente compartido, muestra a los residentes de un gran conjunto de apartamentos en Putuo gritando desde sus balcones. Se puede escuchar a un transeúnte decir: “Todo ese edificio está gritando. … ¿Cuál es el problema de raíz? La gente no sabe cuánto durará esta situación”.
Casi 300,000 residentes, que han dado positivo por coronavirus a principios de marzo, y sus contactos, deben ser enviados a centros de cuarentena masiva o hospitales, según la gravedad de los síntomas. Muchos le temen más a esto que contraer el virus. No están dispuestos a ser confinados a hospitales de campaña temporales construidos rápidamente, algunos de ellos reutilizados en escuelas o sitios de construcción.

Algunos videos han mostrados a personas peleando por una ración de alimentos, o tratando de tapar una fuga y, en algunos casos, intentando escapar de los centros. El pasado jueves, los vecinos de un complejo de apartamentos en Zhangjiang en Pudog, un parque de alta tecnología, se enfrentaron a la policía después de que las autoridades anunciaran que se convertiría en un sitio en aislamiento.
Las imágenes, compartidas en línea, mostraban a la policía arrastrando a los residentes, mientras una mujer les rogaba que se detuvieran y los transeúntes inquirían fuertemente “¿Por qué golpean a los ancianos? ¡Déjenlos ir!”.
Las ordenes impuestas por la policía y trabajadores comunitarios mantienen en sus casas al resto de la ciudad. Los drones son usados para informar a la gente o llevar medicinas a los ancianos, lo que suma al vacío de la ciudad fantasma. Únicamente los trabajadores de la salud, repartidores y voluntarios pueden moverse libremente. Los robots que patrullan las calles alientan a los residentes a desinfectar sus hogares, evitar las reuniones y «permanecer civilizados».

Las medidas comenzaron a finales de marzo en fases antes de extenderse a toda la ciudad a principios de abril, dando poco tiempo para preparase, de acuerdo con The Washington Post. La escasez de alimentos ya se sufre en la ciudad. Las restricciones han causado cuellos de botella en la cadena de suministro y han puesto a prueba a los comités vecinales que son responsables de cuidar a los residentes encerrados.
La realidad ha chocado con la propaganda oficial de alimentos y medicinas suficientes. Según Wu Peiying, de 27 años, que trabaja en desarrollo empresarial, encontró un artículo en WeChat la semana pasada donde pintaban su vecindario como una historia de éxito en el suministro de alimentos. De acuerdo con la propaganda, el comité vecinal de Changfeng Xincun envió 25,000 paquetes de comida a los 100,000 residentes de su área, donde vive, al oeste de Shanghái.
Los residentes han tratado de llevar sus quejas a los funcionarios. Cuando el jefe del Partido Comunista de Shanghái, Li Qiang, visitó a los residentes esta semana, los videos publicados en las redes sociales mostraban a mujeres mayores confrontando al alto funcionario por la falta de alimentos. Otros mostraban a los residentes gritando desde sus ventanas : “Sálvanos. No tenemos suficiente para comer».
Como muchos residentes en Shanghái, Peiying tiene que depender de la “compra en grupo”, asociándose con los vecinos para obtener los suministros y hacer pedidos al por mayor. Como coordinadora de ese esfuerzo para 350 personas en su complejo departamental, Peiying debe verificar a los vendedores, negociar los precios, y asegurarse que los trabajadores de entrega tengan los pases correctos para viajar entre el edificio y dejar los productos.
“Todos los días tengo que pedir conexiones para comprar arroz o trajes para materiales peligrosos”, dijo. «¿Por qué somos nosotros los que tenemos que asumir estas responsabilidades?».





