Saltillo, Coahuila – Han pasado 53 años desde la noche del 4 o 5 de octubre de 1972, cuando un tren cargado con más de mil peregrinos descarriló en el sitio conocido como Puente Moreno, dejando una de las peores tragedias en la historia de Saltillo. Aunque las cifras oficiales aún son inciertas, se estima que al menos 234 personas murieron y cientos más resultaron heridas, en un episodio que sigue vivo en la memoria colectiva de la ciudad.

El tren regresaba de Real de Catorce cuando, al tomar una pendiente, perdió el control. El estruendo metálico, los gritos y el caos marcaron una noche que se volvió pesadilla. Testigos y voluntarios como Rafael Martínez recuerdan con angustia el chillido de los frenos antes del desastre. “Saltillo nunca había vivido algo así. Ni antes ni después”, asegura Jesús Castilla Sánchez, quien presenció los momentos posteriores al accidente, cuando la ciudadanía entera se movilizó para ayudar.

Hoy, medio siglo después, la herida sigue abierta. Las tumbas en el panteón municipal, las cruces sin nombre y los relatos que aún se cuentan en las familias mantienen viva la memoria de los que ya no están. Cada año, vecinos, sobrevivientes y autoridades se reúnen para rendir homenaje, dejar flores y exigir que este capítulo doloroso no se olvide. Como dicen los cronistas locales: “Fue más que un accidente. Fue una herida en el alma de Saltillo.”
